La procrastinación, postergación o posposición nos detiene a dar el primer paso. En el año 2018 abrí una cuenta de Instagram donde subía fotografías con algún texto antropológico.
En el año 2019 empecé con mi blog, pero no fue hasta el mes de septiembre (del mismo año) que me animé a publicar mi primer “pensamiento.”
Recuerdo la emoción y los nervios de mostrar mis palabras y ser tan vulnerable.
Poco a poco me fui liberando y compartiendo un poco más de intereses como la poesía y los viajes.
Durante ese tiempo pensaba que podría hacer vídeos con contenido antropológico, pero siempre decía “no es el momento.”
Pero lo que sí hacía era guardar mis ideas para futuros vídeo, sin embargo, nunca ponía fecha.
Después lo hago: el arte de la procrastinación
En el año 2021 me di cuenta que mis ideas estaban arrinconadas y que podía hacer algo con ellas.
Entonces, descubrí todo el potencial que estaba desperdiciando por creer que no contaba con el equipo necesario.
Decidí analizar todas las ideas y categorizarlas de acuerdo al tema, entonces, se vislumbró el camino a seguir.
Por ello, hacer el primero vídeo no fue tan complicado, usando mi celular, un micrófono y cajas de zapatos como tripie.
A pesar de ello, subir el primer vídeo me llevó más tiempo de lo esperado, pues dejé que otras cosas irrelevantes se apoderaran:
- Emociones
- Inseguridades
- Procrastinación
- Las redes sociales virtuales
¿Por qué nos cuesta dar el primer paso?
Una situación o acontecimiento puede llevar a un pensamiento automático y ese pensamiento a una emoción.
Las emociones como el miedo se apoderan de nuestros pensamientos:
- Miedo a lo desconocido.
- A las críticas.
- Miedo de mostrarse vulnerable.
- A afrontar las cosas.
También la desconfianza y otros factores como las redes sociales, se apoderan de nuestro tiempo.
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